Backpacking South America

9 de la noche, hace ya rato que la fiesta comenzó en Sydney. La chilena, calentona como muchas, reparte picos como caramelos.
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- Estoy harto de tipas como esta.
- ??
- Es que yo estuve 7 años de backpacker y ya me las conozco a todas!
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Cambio por completo el rumbo de la conversación:

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- ¡¡7 años de backpacker!!! ¿y por dónde?
- Casi toda Sudamérica: Brasil, Chile, Argentina... llegue hasta la frontera de Tijuana, en Mexico.
- Wow!!
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Definitivamente este hombre es una mina. De seguro tiene una larga historia detrás, pero sobre todo, historias miles para contar!!
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Ahora esta en Sydney buscando una vida (temporal) que le de dinero, y de paso, aprovecha para aprender inglés.
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- Un dia alguien me preguntó por qué viajaba. "Para conocer", le dije.
- ¿Para conocer el qué? ... ... ¿Qué es conocer para tí?
- La verdad que me quedé pensando... (...) ¡Me dió que pensar! ... Además, yo por esa época le daba al crack y casi pierdo a mi familia...
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Tiene un hijo de 14 años en Argentina, y otro de 3 en Colombia.
- El de 14 es casi tan alto como yo! y al de 3... al de 3 sí que lo echo mucho de menos...
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Aparenta veinti-largos. Cara paliducha, chiva y siempre con una sonrisa en la boca. Nadie diría la historia que tiene detrás.
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Cada mes le tiene que mandar dinero a su familia, intenta apurar las horas de trabajo por encima de la visa. Reúne, vive y envía. Pero no le tiene miedo al trabajo pues ha hecho de todo.
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- ¿Que de qué he trabajado? ... pf! ¡De casi todo! ... He sido cocinero, jardinero, conductor de bus, he recogido uvas, café y algodón... pero de los trabajos mas raros... ¡¡Sepulturero!!
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Y sí, de muertos sabe un rato porque estuvo un año enterrando 'valores agregados', que es como se le llaman en el gremio, según explica.
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- En Chile es típico beber por el muerto, y claro, borrachos y con la tristeza... ¿a quién van a contar sus penas? ¡pues al sepulturero! Y yo me ponía a beber con ellos y me cogía unas... Lo peor era luego buscar la herramienta! que no me acordaba donde la había dejado!!! Cuando se iban, ya de noche... con una linterna y ¡¡con los huevos al cuello!!, pues reconoce que a veces se asustaba.

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- ¡Y como no! ¡¡A veces dejaba la pala en un lado y me aparecía en el otro!! ¡Lo juro! Y no estaba borracho, que te digo que me pasaba a las ocho de la mañana. Y es que a los muertos hay que hablarles, como a las matas, y decirles `¿como están ustedes hoy?´. Porque ¿a dónde se va el alma? Hay gente buena pero ¿y los asesinos, por ejemplo? Ellos tienen una cuenta pendiente...

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Y cuenta que se nota como era el personaje según le lloren.

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- Si le lloran mucho mucho, es que era una persona querida. Si le lloran un poquito es que era una persona un poco mala. Y si no le lloran nada es que era un hijueputa!

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Pero esto es tan sólo una anécdota sacada de su maleta de viajes. Nada comparable a su experiencia en Brasil.

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- Viví en las favelas por ocho meses. Eso es... No te haces ni idea... De esos sitios que te dejan en shock, que... ¡te dejarían la boca abierta! Chiquillos que te llegan por aquí - y pone la palma de su mano a la altura de su cintura- de 8/12 años ¡con pistolas que "le bajan" los pantalones! Un día estaba en la playa y llegó uno de unos 10 añitos todo loco de felicidad (iba todo drogado), alardeando que acababa de matar a su primera vícitma...

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Y lo más irónico, habían chicos de 24 años que jamás habían bajado de las favelas. ¡En 24 años no habían salido de ese mundo! Cuando les pregunté por qué no habían salido de ahí, me contestaron que les daba miedo. "¡¡Miedo!!, pero si viven en el sitio más peligroso" - "Sì, pero estas es nuestra vida".

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(...)

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Está vivo porque todavía no le ha llegado su hora, porque ha tenido ticketes varios.

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- Una vez estaba fumando crack en las faveles y una de las bandas (que tenía una de tantas cuentas pendientes con la otra banda) empezó con metralleta a limpiar TODO! lo que estuviera por delante. Yo con la sangre ya de por sí alterada y cagado de miedo! Encogido no sé muy bien dónde...

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Segundo regalo de vida:

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- Una vez iba andando y un tipo me invitó a tomar caipirinhas a su casa. Yo me acordé de los primeros consejos que dieron mis amigos cuando llegué: `no te vayas JAMÁS con desconocidos', pero el tipo me dijo que los conocía, e incluso los llamó por su nombre: Carlinhos... Ricardinho... Entonces me fui con él a su casa, y empezamos a beber. "¿Quieres a mi hermana?", me dijo. Y vaya hermana... (todas las brasileñas en las favelas son feas pero tienen unos cuerpos lindos). Nos pusimos a hablar, a conocernos, a seguir tomando trago, a besarnos. De pronto, la casa se empieza a llenar de gente... y empiezan a gritarme: "¡Fora agora! ¡Fora agora! ¡Fora agora!" (¡Fuera ahora!).

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La cosa pinta mal...

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- El tipo que me habia llevado a su casa me acusó de haber violado a su hermana (cuando todavía no la había ni tocado). En un caos de gritos le puso la pipa a su hermana en la cabeza: "¡¡¡O me das todo lo que tienes o la mato!!! Tú aquí no eres nadie, y si desapareces nadie se va a dar cuenta". Yo me puse chulo -entre tanta agitación y miedo- y le dije que él no sabía quién era yo, que cuando saliera de esa casa los que iban a pagar eran ellos y bla, bla...

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De sólo imaginar la situación los pelos se me ponen de punta. Escucho atenta mientras miro como sus labios disparan palabras con tanta fuerza como balas, las que de seguro volaron ese día.

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-¡Al final me robaron 800 reales los muy hijueputas!

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Unas cuantas historias arrancadas de su mochila de backpacker que no me dejan cerrar la boca. Un cuenta cuentos apasionado que lo hace aún más interesante...

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Las cervezas se acaban y la conversación se mezcla con los gritos de una chilena. Hora de cambiar de lugar. Pero me quedo sedienta de nuevas historias pasajeras...