"Loooola... se ha sentido sóla entre un millón... se quedó atrapada en su dolor". (*)
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Soñar para sobrevivir... Cada noche duerme abrazada a su manta. Envuelta en caricias imaginarias huele su manta que le transporta a esas dos semanas de fantasía.
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Sola ante su propio yo, tiembla de miedo. Hace tiempo intenta mirarse en el espejo, pero hace ya mucho que el reflejo está roto. Está atrapada en las redes de la compañía... y no sabe estar sola. Por eso, su corazón busca incesante y desesperadamente un amor que la cuide. Pero, como en el desierto, muchos lagos son sólo reflejo de la imaginación.
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Y busca... busca... y busca...
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Hambrienta de amor se refugia en cualquiera que le de un poco de carió, aunque al poco se de cuenta de que ni este ni el otro le llenan. No le hacen feliz, pero... "prefiero no dormir sola". Y así puede estar enganchada eternamente.
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Tras nueve años de noviazgo y compromiso de boda... "Aquí vine para aprender a vivir sola. Creo que he aprendido -un poco-, pero a veces me siento taan sola...".
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Sabe lo que quiere, pero no es sincera consigo misma, a todos nos ha pasado alguna vez...
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"¿Sabes? me ha pedido que vuelva a Brasil", y sus ojos se encienden en llamas, y su boca desdibuja una sonrisa de orgullo. Ahora tiene el corazón en su país natal, su cabeza en esta ciudad y el calor que le ayuda a vivir, en la cama.
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"¡Estamos hablando todos los días!". "Hoy no me ha llamado". "Entra todas las noches a mi cuarto". "No apareció hasta las mil...". "¡Me mandó un mensaje! ¿qué le contesto?". "Si me viene a buscar en octubre, me vuelvo con él". "¿Y qué voy a hacer en mi país?". "Con mi madre no puedo vivir"... ... ... Las dos caras de la moneda... ¿pero cuál pesa más?.
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Miedo a sentir. Miedo a perder. Miedo a hacer daño. Miedo a ser vulnerable. Y así mientras se mece en la indecisión, se deja llevar por la corriente de la confusión. Compañía. Miedo a estar sola... Por eso cuando llega la medianoche siempre se aferra a su manta de olores, o a su manta de carne que la envuelve en un dulce sueño.
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Se aferra a sus amores, se entrega. Ya sabe el precio que tiene dejar a sus amigos de lado, pero su corazón nació así... Por eso lucha por aprender. Por aprender a no ser vulnerable. Por aprender a sacudir los amores falsos con cada pestañeo. Pero al final siempre queda atrapada.
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Y al final, como Cenicienta, a las doce se irá a la cama. A veces no sé si es porque se refugia en la oscuridad de las sábanas, si porque prefiere soñar dormida o porque el cansancio y la tristeza la están matando...
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P.D: Lola Soledad es la canción de Alejandro Sanz, de su último disco Paraiso Express, que me inspiró el relato.