Salida desde LPA: jueves 3 - 13.25 horas. Llegada a Sydney: sábado 5 - 19.05 horas (9.00 hora canaria).
La primera fase del vuelo LPA-Madrid era pan comido. Tras seis años de prácticas intensivas haciendo el mismo recorrido ¡el trayecto se me pasó en un vuelo! Además, el avión me hizo su habitual efecto somnífero, así que en un abrir y cerrar de ojos (literal) llegué a mi primer destino.
La primera fase del vuelo LPA-Madrid era pan comido. Tras seis años de prácticas intensivas haciendo el mismo recorrido ¡el trayecto se me pasó en un vuelo! Además, el avión me hizo su habitual efecto somnífero, así que en un abrir y cerrar de ojos (literal) llegué a mi primer destino.
Allí Jero, Iria y Taber me recibían con los brazos abiertos. Tres horas hasta el siguiente vuelo, pero que entre cháchara, anécdotas, fotos, y puyas ¿verdad Iria? jajaj!! se pasaron en nada.
Siguiente destino: Londres, o mejor dicho, el aeropuerto de Heathrow. Me tocaban doce horas de larga espera hasta coger el avión que por fin me llevaría a Sydney. Tras un laaargo paseo subterráneo llego a la terminal por la que he de volar, y cual no es mi sorpresa que en vez de de encontrarme con una sala llena de gente bullendo, peleando con su equipaje y facturando, me encuentro con una terminl vacía y cerrada, con las luces a medias y llena de obreros ¿?¿? ¿Pero qué es esto? ¡Si Barajas está abierto como las funerarias! ¡24 horas! pero aquí ni perry... Después de investigar en todas las terminales: la 1, la 2, la 4... decido instalarme en la 3, un poco más grande, con unos cuantos sillones incómodos y una cafetería que estaría abierta toda la noche, por lo menos...
Se me había olvidado lo que es un aeropuerto con gente que está en gerundio. Haciendo cola para facturar. Haciendo cola para salir del avión. Haciendo cola para entrar al país. Haciendo cola para recoger las maletas. Pero, sobre todo, esperando. Esperando su vuelo, esperando que la noche pase rápido, esperando tirados y acurrucados como pueden en unos sillones, intentando dormir con un ojo cerrado y vigilando sus maletas con el otro abierto. Esperando muertos de sueño, de frío y sin saber cómo matar las horas.
Se me habían olvidado también los baños de los aeropuertos. Esos lugares de llenos de olores malolientes, pese al tenaz esfuerzo de las limpiadoras por mantenerlos impolutos. De sonidos que dan arcadas y gente con cara descompuesta que no se atreve a salir del váter para que no la identifiquen con el hedor que deja detrás. Sin duda, el sitio más asqueroso de estos lugares de paso. Eso sí, tienen unos secadores que dan un calorcito más rico...
Parada técnica: Singapur. Visto y no visto. Deberíamos copiar unas maquinitas (gratis) que tienen en el aeropuerto ¡¡para darte masajito en las piernas!! después de tantas horas de vuelo...
Y por fin... SYDNEY. Naty, con regalo de cumpleaños incluído!!, me espera en el aeropuerto. ¡¡Nueva Etapa!!