...LO DESCONOCIDO ES EL LUGAR DONDE SE PRODUCE EL CRECIMIENTO,
NO TIENES QUE SABER A DÓNDE VAS, LO IMPORTANTE ES ESTAR EN EL CAMINO...

martes, 6 de julio de 2010

...bocanadas...

... Y ENTRE HISTORIAS E HISTORIAS AJENAS, UNA BOCANADA MÍA... UN SUSPIRO...
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Just like when your are diving...
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Bajo el agua con los ojos cerrados, y con las manos y los pies dando brazadas y patadas en la nada, en las profundidad líquida diaria. Sólo de vez en cuando abro un poco un ojo para ver lo que hay alrededor... Un entorno verdoso, azulado a veces... pero siempre borroso. No veo, no miro, simplemente continúo nadanda y nadando en la rutina. ¡Me encanta nadar! aunque, lo malo de los automatismos es que los interiorizamos y no disfrutamos como cuando nos zambullimos por primera vez...
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Al principio miramos cada detalle. Abrimos los ojos cada segundo (aunque luego nos escueza), buscamos las corrientes frías y nos erizamos de placer, buscamos las corrientes calientes, observamos como nuestra carne 'flota' entre la marea... Sin embargo, con el tiempo, nos dejamos llevar... Ahora sólo sacamos la cabeza del agua de vez en cuando para dar una bocanada rápida e insuficiente de aire. Ese aire que nos da fuerza y oxígeno para vivir cada instante submarino.
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A medida que pasan los meses las bocanadas son más escasas e infrecuentes, y nuestro corazón, débil, no aguanta... Por eso, de vez en cuando explota. No siempre en el mejor momento, pero buscará una válvula de escape. Ahora me pesan más los meses ya pasados que los que me quedan por vivir... Ahora mi corazón necesita una gran bocanada para poder nadar la recta final y vivir con la alegría que siempre le ha caracterizado.
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Unas veces ha encontrado ese suspiro en humo, otras en notas, otras en sabores, otras en sal o sábanas... ahora en letras para el alma y en la soledad. "That kind of healing and peace that can only come from solitude", como dice Elizabeth Gilbert en su libro Eat, Pray, Love. Ese tiempo para uno mismo que nunca parezco encontrar. Ese tiempo en el que el sol calienta el alma. Ese tiempo en el que la cabeza recuerda mirar al cielo y no al asfalto. Ese tiempo en el que la contemplación es el mayor ejercicio. No correr más. No fijar el reloj. No mirar al teléfono. Sólo apreciar las luces de la ciudad o el cielo estrellado de una noche de invierno.
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Esos momentos en que ni música ni ruido. Esos momentos necesarios que muchas veces aguantamos y aguantamos, como las ganas de hacer pis. Luego ya es demasiado tarde, aliviamos pero ya duele...
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Ahora sé que nado en una marea roja, que de tan roja tiñe de negro mi alma. Pero también sé que estos momentos a contracorriente ayudan a asentar las mareas. Ayudan a mantenernos a flote, con el alma de cara al sol, con el cuerpo liviano, con los pies desnudos y la cabeza sumergida a medias entre la fuerza del agua y el viento.

lunes, 5 de julio de 2010

Escorpión

Sydney le tenía preparada una sorpresa que jamás nadie hubiera esperado. Detrás de un amor una serpiente cascabel. Detrás de un hombre al que amó con todas sus fuerzas una sanguijüela, que más que chuparle la sangre se la infectó...
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Es uno más de entre los habituales a Oxford Street. En su primer año se tropezó con muchos affairs pasajeros que nada le marcaron, pero le dieron vida. Siempre racional, precavido y cuidadoso. Siempre con la cabeza en el asfalto, sacude su sangre latina con pasión y mesura. Menudo, chistoso y presumido, tiene un séptimo sentido que le hace especial y sensible. Sin embargo, desde que se tomó el veneno del amor, su sonrisa no es la misma... Se entregó con todo su corazón y, sin embargo, no recibió nada a cambio... Sólo engaño y dolor. Sólo un amor enmascarado de maldad y amargura.
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Intenta olvidar... pero su vida ha cambiado para siempre desde el día en que Sydney le regaló un corazón podrido. "¿Por qué yo si nunca le he hecho mal a nadie? ¿Por qué?". Tiene una angustia tan grande que le está matando por dentro... El dolor no le deja respirar, y lo único que es capaz de hacer es llorar océanos y océanos de amargura, que cada día le ahogan un poquito más.
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"Si me preguntas lo que quiero hacer... Lo que quiero es dormir y no despertarme nunca mas... Me iria al edificio mas alto de Sydney y me tiraria por la ventana para acabar con este sufrimiento... Lo he intentado... pero...".
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Tardará en acostumbrarse a vivir con ese recuerdo que Australia le ha regalado injustamente... Sueña con dejar estas calles que le ha marcado para siempre. Aunque sueña también con regresar y perderse en el anonimato de esta gran ciudad. Está perdido, y mientras intenta consolarse en los brazos de otro hombre que le quiera con sinceridad. Como Lola, necesita un amor pendiente, y eso, todavía lo hace más infeliz... porque cuanto más busca... menos encuentra...
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"Voy a cambiar... voy a dejar de reir... voy a dejar de sonreir... Voy a dejar de ser yo... Me voy a hacer una coraza para que nadie, NADIE!, me conozca. Solo voy a ser yo con mi familia... Pero voy a cambiar! Ya no me voy a entregar ni a abrir a nadie, a ningun amor...". Se esta equivocando porque asi nunca sera feliz... "Pero me da igual... No quiero hacerme mas dano... no quiero que nadie me haga dano otra vez", y sus ojos se llenan de lagrimas. "Ya he empezado con mi disciplina. A veces me doy cuenta de que estoy sonriendo... y entonces me pongo serio...", que tristeza...
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El camino que ha de tomar no lo puede soñar como hace con otros... ese don no le sirve para él mismo. "Anoche tuve otro sueño...". Su voz le muestra, pero él no escucha... Qué podría hacer de todas formas... Por eso busca en brujos, en cafes y en cartas su destino.... pero no le ayudan a evitar el dolor. Lo que le muestra su ángel de la guarda está escondido, él tiene que vivir, tropezar y levantarse. Otra vez.

sábado, 3 de julio de 2010

Lima

Siempre con pinta deslañida y una gorra sucia, pero siempre con una sonrisa socarrona.
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Para que dar vueltas... su vicio son las mujeres, y su obsesión el sexo. Sin apenas saber de nuestros nombres todo tema de conversación acaba por los mismos derroteros.
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Al principio pesado e insoportable, lo quiero matar con cada mirada, lo evito paara huir de su diarrea de palabras absurdas, lo critico por su pasotismo, pero con el tiempo mi ira y desprecio se transforman en pena y comprensión. Todo es fruto de la soledad... y eso toca mi corazón...
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Tiene familia en Sydney, pero parece que apenas se ve con ella. Podría vivir gratis con una tía suya pero prefiere vivir en un trastero pagando. "No me dejaría en paz", me cuenta, "y ya tengo mi edad -unos 40- para que nadie me esté mandando. Además habla!!!". Eso tiene que venir de familia porque el parece no tener fin. Siempre tiene algo que decir, algún chiste que soltar o alguna historia que recordar. ¡Agotador! ¡Con él he aprendido a ser oreja!
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"Yo es que soy cómico, ¿sabes?", y en su cara se desdibuja una línea blanca pícara. Sus dientes blancos relucen y sus ojos brillan.
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Pero, por supuesto, no es todo humor en su vida, aunque esa es la postura que ha tomado. Entre sonrisas y palabras cocinadas, va deshilachando algunos flecos de su pasado.
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"No me gustan las gorditas. Aunque una vez estuve con una -bueno, no era gorda, ¡era grande!-. Son como una manta, ¡¡calientan!! jajaja. Ha sido la única que cuando me pillaba una me pegaba cuatro gritos, me cargaba al hombro y me llevaba a casa", es menudito, al caso.
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"Se enamoró de mí, pero nuestra historia se acabó. (...) Un día me llamó y me dijo que se iba a suicidar. Yo estaba con mis amigos y me dijeron que seguro que lo hacía para llamar mi atención. Al cabo de un par de semanas me vino a ver a mi trabajo... Todavía estaba atontada de todas las pastillas que se habría tomado y con rasguños en los brazos...", y sus ojos brillan otra vez, pero esta vez de pena, y quizás también, de remordimiento.
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Le encantan los aguacates. Siempre tiene uno abierto y le echa tres kilos de sal a cada pedazo que se come, quizás para que le seque la melancolía y la soledad.
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"Yo aquí tenía una casa que arrendaba a estudiantes. Era de un señor que me la dejaba a mí, pero se murió. La casa era enorme y hacíamos unas fiestas... Siempre prefería tener mujeres. Tuve una rusa que montaba unos escándaloes en la cama... ¡que no dejaba dormir a nadie!", y entra en detalles. "Otra, una vez me vino borracha, se me puso a hacer arrumacos, y bueno, acabamos ya tu sabes... ¡Nada especial tampoco! El caso, es que al cabo de unos días llegó la fecha de pagar la renta pero ella no me pagó. Y pasaban los días y no me pagaba... hasta que tuve que decirle, por si se había olvidado. '¡Pero si yo ya te he pagado!', me contestó. Y cada mes cuando llegaba la hora de pagar la renta me volvía a hacer lo mismo...".
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Afuera llueve sin parar. Lleva así medio mes. Curioso y entrometido siempre quiere saber de todos. No para de preguntarme por los demás. Pero, sobre todo, habla sobre él. "Mañana a ver si trabajo... "¿Lloverá mañana? Si no llueve empiezo a trabajar a las 6.00 a.m, si está lloviendo tengo que esperar hasta las 9.00 a.m... ", unos días se quejará porque no puede trabajar y necesita la plata. Otros reza para que llueva porque no quiere levantar otro país.
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"Estoy esperando a que bajen los precios de las casas para mudarme". Lleva con las mismas desde hace más de cuatro meses.
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"¿Quieres mate de coca? me lo mandó mi madre, y te pone!". "¿Y que música tienes? me la tienes que pasar". "´¿Cuándo me vas a traer paella?". "Sydney ha cambiado mucho desde que yo llegué". "Este brasileño se lava como los gatos, jajajaja". "Hoy vino Edna y se enfadó por... (cualquier cosa)". "¿Y cuando viene tu amigo otra vez con el Tequila ese?". "Invita más a tus amigas". "Y...". "Y...". "Y...". El chorro de preguntas es interminable...
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"Y...". "Y...". "Y..."

jueves, 1 de julio de 2010

Cocktail Asiático

COCKTAIL ASIÁTICO: Licor de mandarina, licor de lychees y vodka. Mezclar todo bien, agitar con hielo hasta que el vaso esté bien frío y añadir pedazos de vida cristalizada...
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Vidas de ojos rasgados y piel blanquencina. Vidas de arroz y vicios. "Cuando llegué a Sydney me gastaba casi todo mi salario en bebida, juego y putas". Es una tónica que se comparte entre cigarros con olor a canela o porros.
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"Cuando la madre de mi mujer me pidió si me quería casar con mi esposa, todavía tenía novia. Claro que la quería, por eso dije que sí, pero ya no es lo mismo...". Los matrimonios convenidos no son algo extraordinario, aunque no es su caso. "Me iba a divorciar hasta que me enteré que estaba embarazada". Y así, con 28 años ya tiene una vida trazada, aunque a veces intenta salirse del papel porque no parece que sea la vida que quería.
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Y sueña con su vida pasada... "Antes...". "Antes...". "Echo de menos a mis amigos en Jakarta. Recuerdo cuando estudiaba y nos juntábamos todos en mi casa", y sus ojos se fijan en la nada. "Estábamos todo el día de fiesta", era y es barman. "Solía tener dos o tres novias a la vez", y se ríe. "Echo tanto de menos a mi madre... 'It's my Queen' (es mi Reina), la adoro...", y su voz suena melancólica. "Antes... pesaba 40 kilos -y se toca la barriga cervezera que le ha salido ahora- me pasaba todo el día montando moto (de montaña), por eso tenía que pesar tan poco. Me enseñó mi padre"... ..., silencio... "Ahora que mi padre está muerto las cosas son distintas... Tú porque los tienes a los dos...", casi me reprocha. "Mi suegro es como mi padre, se ha portado conmigo como si fuera de la familia", es el padre que perdió. "Estoy preocupado por mi primo... lo van a meter en la cárcel por fumar porros! y todavía es jóven...", (¡en la cárcel un año!). "Me gustaría volver en unos años", pero su voz no suena esperanzada. Todo en su vida suena... sin vida... Apatía.
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"Le pregunté si tenía novio en Australia y me dijo que no. Y cuando me vine aquí para vivir con ella, su ex-novio no paraba de perseguirla a ella y, por supuesto, ¡a mí! Me tuve que pelear mil veces", puñetazos y ojos morados es algo que no les da miedo.
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Casi todos los asiáticos trabajan en las cocinas de los restaurantes australianos, se vuelven Locos cuando llegan (lo dicho en el segundo párrafo...), y luego empiezan a ahorrar dinero para en unos años (2, 5, 8...) volver a su país, montar un negocio y vivir la vida que echan de menos. Sydney les da una oportunidad que saben aprovechar, pero su sangre oriental les sigue tirando.
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"Hemos intentado mil veces tener un hijo... pero no hemos podido...". El tiempo hace que se abran poco a poco, pero al principio son reservados, secos y retraídos. Y es que a medida que pasan los meses, sus corazones relucen como jamás podría haber imaginado. Sus vidas de palillos no son tan esteorotipadas. Se sueltan con unas cervezas y bailan al son de Black Eye Peas, como todos. Les pirria la música house. Son fans de los karaokes y las putas coreanas. Tienen complejos que todo el mundo sabe, bigotes adolescentes y a algunos les faltan dientes, pero siguen riendo mientras friegan platos o pelan kilos de papas. Porque eso sí, una vez que se han soltado ¡no paran de reír!
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Ellas sueñan con la belleza occidental. Envidian los ojos grandes, las narices pronunciadas, las curvas, los pechos, la pasión y la frescura de nuestra cultura. Se tapan la boca cuando ríen pero están aprendiendo... "Las nuevas generaciones se están rebelando a las tradiciones (y rigidez oriental), aunque las seguimos respetando".
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China o Corea están lejos de Tailandia, Malasia o Indonesia. Y algo tienen porque todo el que pisa esta ciudad viaja a estos países que en Europa apenas ni existen.
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"¿En España la gente sabe dar masajes? porque en mi país todo el mundo sabe...". Y empieza el repertorio... "Estoy cansado... no quiero trabajar.... Detrás de la barra aquí es aburrido, siempre es lo mismo". "Acabo de conseguir un trabajo, lo que quiero es experiencia no el dinero, pero allí la gente no sabe y tampoco me quieren enseñar, lo quiero dejar...", es su tercer día pero es espabilado y tiene claro lo que no quiere. Lo que no sé, es cómo hace para sobrevivir con las horas que trabaja y teniendo que mantener un bebé (del que nunca habla), a su mujer (que no trabaja), el coche nuevo (y que se acaba de estropear) y una casa... Pero vive. "Quiero disfrutar la vida, eso es todo". Y se sumerge en el humo de la vida paralela y sigue haciendo cocktails cada noche.
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Bagus bang! (Bien hermano! en indonesio). Y la vida sigue entre ruido de platos, la batidora y las copas. Otro chupito de Tequila (!) o un Capuccino, mañana será otro día.